Cuarentena.
A un municipio joven y pequeño del Caribe colombiano, donde “casi nunca” pasa nada, hace un par de semanas por fin llegó la globalización. Siempre me había preguntado qué estaba haciendo la gente de mi pueblo, mientras en el mundo ocurrían sucesos de importancia histórica como la llegada del hombre a la luna, la caída del muro de Berlín y otros hitos en el desarrollo de nuestra sociedad. Hoy que nos ahogamos entre los 37 y 40 grados, con las puertas abiertas, pero desconfiados de lo que pueda pasarnos afuera porque de repente algo invisible ha paralizado al mundo, el aire puro del campo nos tiene atrapados como a hormigas en un círculo de tiza, amarramos al castaño del patio las almas más cansadas y arrugadas de la casa, los tenemos escondidos en un rincón lejano al cual ya están acostumbrados. La necesidad, que es un factor constante, aumenta rápidamente, aquí se sobrevive día a día, y lo que gana la mayoría no nos alcanza siquiera para hablar de economía, dependemos más de ...