Política en Concordia Parte I.



 

Se acercan nuevas elecciones, lo que significa que vuelve la cacería de políticos tras los votos, de votantes detrás de alcohol y dinero, discusiones, peleas, es momento de dejar de lado la vergüenza, descararse, mostrar el hambre.
Es hora de pagar los favores y pedir uno nuevo, de justificar el puesto que le dieron desde la alcaldía y conseguir votos para el próximo; es momento de visitar a los que nada tienen, que son los más fáciles de convencer, llegó la hora de aceptar lo que compra nuestro futuro y nos alcanza apenas para un respiro.
Este 11 de marzo de 2018 “serán elegidos los miembros de ambas Cámaras del Congreso en Colombia. Es decir, la circunscripción nacional para los 102 escaños del Senado y las 166 curules de la Cámara de Representantes” Wikipedia
Es un tema importante, aunque en mi tierra no se mire de la misma forma, porque muchos le suelen dar importancia solo cuando toca elegir alcalde, ahí sí, pelean hasta con las mujeres. Nos excita hablar de política, creer que sabemos algo, hablar con propiedad. Pero basado en criterios como: “Es buen político, porque saluda”, “Él sabe de política porque sabe con quién juntarse” o “La política es de tener plata”. ¿Que importan las propuestas? ¿Qué importa si después van a robar? Acaso, ¿la política no es para eso?
Pues no, resulta que la política no consiste en llegar de pueblo en pueblo cada vez que hay elección con una mochila repartiendo dinero, prometer ayudas individuales o sortear los cargos que maneja la política. Aunque esto sea lo normal, sobre todo en departamentos como el nuestro, donde esta costumbre está tan arraigada, no es para eso la política.
Me disculparan los viejos, pero deben aceptar que esto es culpa de su generación, por mantenerse ligados a líderes políticos como si les debieran la vida, algunos hasta dirán que sí. Pero lo que han hecho es perpetuar la ambición, permitir que los políticos no necesiten hacer nada por el pueblo, sino que solo necesitan contactar a los líderes y el trato queda cerrado entre ellos.
Es responsabilidad de los jóvenes, si deciden asumirla, cambiar la situación, pero es lamentable observarlos dejándose arrastrar de la misma manera por las costumbres mancillantes de política tradicional, donde nos tratan bien las mismas personas que nos perjudican, y lo aceptamos con naturalidad, tanta, que hasta los defendemos. Parece que no somos conscientes de que son las malas gestiones, las que nos mantienen atados al atraso.
Cuando digo jóvenes, me refiero a cualquiera que tenga en su mente ideas frescas y renovadoras, sin importar la edad. Porque hay jóvenes más viejos que sus padres, con ideas anacrónicas y mentalidad fatalista casi nihilista. ¿Qué puede ser más decepcionante que una persona a la que no le importa su futuro y no se toma en serio nada?
Debemos dejar de lado la pasión por las riñas políticas, y asumir con responsabilidad el tema, sé que es difícil, teniendo en cuenta la fuerza de la politiquería en Concordia, esto sumado a la desinformación que se maneja en el país, infundiendo miedos y tratando de confundir, tergiversando propuestas. Nuestro futuro está sumergido en una discusión interminable sobre si estamos a punto de elegir candidatos que nos lleven a ser la nueva Venezuela o a los corruptos de siempre.
En medio de tantas noticias, fotografías, videos y audios falsos, dejando poco tiempo a los temas estructurales que enfrenta el país. Para mi está claro que todo esto hace parte de una estrategia que se ha utilizado para embobar mediante la polarización, pero es importante detenernos un momento, dejar de lado la pelea vacía de argumentos y sembrar nuevos escenarios de debate en los que podamos pensar en la Colombia que visionamos para los próximos años.
Quizá me estoy adelantando mucho, sé que en el panorama actual, es casi utópico alcanzar lo que debería ser normal en una comunidad que opina tanto de política, pero es decepcionante ver como se tragan ideas facilistas y completamente falsas como que la izquierda es sinónimo de expropiación, de ataques a la propiedad privada, de burocracia corrupta e intervencionista, y con la palabra guerrilla. Por su parte, a la derecha le enganchan la guerra como negocio, la corrupción como alacena, el ataque sistemático a los derechos civiles y, cómo no, la palabra paramilitar. Y en el medio de esa ciénaga fétida se bambolea una enorme canoa llena de gente que no sabe qué o a quién creerle.
Si dejamos el escándalo, tal vez saldría a flote por si sola la verdad. Para mí, lo malo, como siempre, es el extremo ideológico y las formas de aplicarlo. Si le diéramos la oportunidad a la confrontación argumentada, si buscamos propuestas y dejamos de lado el miedo, divisaríamos buenos planes de trabajo. Si no fuéramos tan tercos, y nos diéramos de verdad la oportunidad de escuchar al otro, dejar de lado nuestra predisposición y miedo, tal vez ampliaríamos la discusión a más allá de la izquierda o la derecha.
Pero por ahora, me conformo con dejar la inquietud que sirva para erradicar frases como: “me da igual”, “yo no vivo de política”, “no voy a votar” o “no tengo idea”. Porque no nos podemos permitir como colombianos el seguir siendo manejados por lo que siempre han decidido por nosotros a punta de favores y billetes.
Somos nosotros mismos los culpables de la situación en la que estamos, es hora de comportarnos como sociedad civilizada, asumamos lo que esto implica, ya está bueno con eso de ser disparatado y elemental. No podemos seguir siendo el pueblo atrasado que se acaba sin que nadie lo note.
Este juego de los lideres, de bloquearse los proyectos unos a otros, solo por evitar que construir algo que necesitamos pueda hacer que el contrario sume votos, nos muestra lo poco que les importamos como municipio, estamos acostumbrados a recibir poco y a escuchar tontamente a las personas que dependen de la política, cada día son más los que sueñan con coronar como nuevo millonario, con ganar contratos y robar.
Nota: Creo que es momento de abrirle el ojo al hospital del pueblo y de la ineficiencia de la atención que brinda, los diagnósticos incorrectos son frecuentes, creo que se han podido evitar muertes. Alguien debería iniciar procesos legales.

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