A la sombra del ardiente sol.
Por estos días de eterna ausencia
de las entradas de blog con las que suelo distraer (en ocasiones incluso sensibilizar) a los tres amigos que me leen y
a otros cuantos que obligo a hacerlo, les extiendo disculpas por perderme.
Fíjense que venía yo reflexionando sobre el por qué de que algunos pueblos del
Magdalena se encuentran en situaciones de abandono tan evidentes.
A la sombra del árbol de
tamarindo en el traspatio en la casa de Sebastiana (Q.E.P.D), la cual en ocasiones
teníamos la oportunidad de ocupar, y que da con el patio de mi abuela, me
encontraba con mi amigo Camilo Castro, escondiéndonos del sol ardiente de
Concordia, tan sofocante, que cuando miro al cielo me sorprende que siga siendo
amarillo y no esté al rojo vivo.
Le comentaba lo que escuché una
vez mientras trataba de sembrar en el patio de mi casa, un retoño de tamarindo
que había encontrado mal ubicado entre escombros dentro de la KZ Central. No
recuerdo quien, pero alguien me dijo: - ¿tú no sabes que en las casas que
tienen un "palo" de tamarindo en el patio siempre se muere el más
viejo de la familia? Revisa pa' que veas- no encontré argumentos para discutirlo,
por lo cual desistí de la idea de tener en mi casa competencia para los
tamarindos más dulces que he probado, y bajo los cuales estábamos sentados.
Y empecé a comentarle sobre la pasión
que me inspira la naturaleza, lo mucho que me gustan los cultivos y los arboles
coposos de hojas verdes y fruta fresca, pero que no le encontraba lógica a que
en un pueblo de campesinos como su patrono San Isidro Labrador fuera escasa la
arborización, que un lugar donde el sol calienta desde las 08:50 de la mañana
hasta las 05:00 de la tarde, reflejado y multiplicando su temperatura con la
ayuda de la ciénaga, donde su gente pa’ salir a la calle ya no piensa en la
distancia sino en el solazo que se va a chupar al no ver sombra por la que
caminar.
Concordia necesita urgentemente
mas arboles en las calles, y jardines mejor cuidados, ya no hay mariposas por
que casi nunca uno ve una flor. Mi pueblo fácilmente se presta para crear
jardines con flores de colores frente a las casas, árboles frondosos para no
tener que ver la tierra seca, sedienta y polvorienta, los grandes patios se
prestan para hortalizas para ayudarnos con los alimentos.
De ahí quizás, surgió la idea que
hoy día pretendemos materializar mediante el Grupo UNISCO conformado por un grupo de amigos, cada uno con ideas
diferentes, pero todas con el mismo propósito de devolverle algo a nuestra
querida Concordia. El pasado 17 de enero, hicimos el primer aporte del grupo buscando
de recuperar las jardineras que rodean la Iglesia, para cambiarle un poco la
cara al desierto en que se está convirtiendo el municipio. Aprovecho para
agradecerles a los integrantes del Grupo: Alexandra Muñoz, Anthony Torregrosa,
Arcelia Camacho, Camilo Castro, Cherlyn Escorcia, Germán Castro, Jesus Manuel
Brochero, Karen Castro, Luis Escalante, Luis Recuero, Marisol Muñoz y a las
personas que nos colaboraron con la siembra y que reconozco que trabajaron duro:
Jose Jorge Polo, Johan Ariza, Jose Emilio Ortega, Martin Escalante, Iván
Escalante, Misael Meriño, Edgar de la Cruz, Keiner Ortega, Fernando Ortega y a
los que olvido en el momento, los menciono en la próxima, merecen el crédito
porque trabajaron con muchas ganas, sin importar los comentarios negativos que
rodearon la actividad, cada persona que llegaba solo nos decía lo poco que eso
iba a durar porque pronto llegarían los “groseros” a dañarlos, si es que lo
chivos no se los comían antes.
Dia de la siembra. |
Franklin el pregonero del pueblo lanzo
mediante su megáfono un mensaje desesperado y amenazante, pero con la más sana
intención de ayudarnos ---A los chivos que encuentren en la plaza comiéndose
las plantas, mátenlos y se reparten la carne entre los vecinos--- lo dijo de
manera tan tajante e irónica que no mencionó su acostumbrado inicio de
perifoneo “se le informa a la comunidad de Concordia…” ya popular en el pueblo.
Trabajando. |
No me fue difícil entenderlo, me
ha pasado muchas veces lo mismo, de sentirse con las manos atadas luchando
contra malas costumbres y situaciones en las que se muestra el individualismo como
nuestra principal motivación y como nuestro peor pecado, cada quien tira para
su lado, defendiendo intereses particulares, y en lo último que pensamos es en
construir el municipio que reclamamos y en fortalecernos como una sociedad
civilizada.
Querido Concordiano, si usted que
ama a su pueblo no hace nada por él, no espere que los políticos amantes del
dinero y del poder lo hagan, si usted daña y descuida su tierra, ¿con qué
derecho se atreve a señalar a otros por hacer lo mismo?
No sé porque en pleno siglo XXI,
aunque sea en un pueblo, deben andar animales desfilando y lanzando “flores” por las calles dispares y
callejones estrechos que también recorremos nosotros —y dicho sea sin el ánimo
de ofender a nadie en particular—, pero tarde o temprano las cosas deben
cambiar, yo les recomiendo que sea temprano y no cuando ya nos obliguen, como
cuando un grupo de personas armadas nos gobernaba y ahí si todo era paz y
concordia.
Les agradecería también que
cuando alguien intente hacer algo bueno por nuestra comunidad, en vez de
criticarlo a él o a sus intenciones, lo ayudemos, y que no me toque escribir un
post titulado: Los Concordianos no sabemos vivir ni trabajar en comunidad.
¿Que hay de malo en el reconociemiento? |
PD: Y por favor ya dejen de
robarse las “maticas” ¿dónde van a sembrar esas plantas que se roban? Y si
alguien sabe algo dígalo, no les de miedo defender lo suyo!
Saludos a todos.
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